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Bergoglio está decepcionado con el Presidente y muy preocupado por la situación social e institucional.

Sin vueltas, las fuertes afirmaciones del Papa sobre la situación económica del país son un síntoma de su gran preocupación por la Argentina y su Gran decepción con el presidente Alberto Fernándeza quien no parece verlo en este momento como parte de la solution, sino del problema, enfrascado -al más puro estilo chavista- en una embestida contra la Corte Suprema -condenada al fracaso por la falta de los votos necesarios en el Congreso para destituir a sus miembrospor el solo hecho de agradar a su mentora, Cristina Fernández.

Decide que Francisco se refiere a la más alta inflación y pobreza que -como el mismo dice- los argentinos padecen hace unas cuantas décadas e involucran a gobiernos militares, peronistas y radicales, no solo al actual gobierno. Un argumento que bien podría haber apelado la vocera presidencial, Gabriel Cerruti, para diluir las responsabilidades de la administración à la que losse, en vez de écharle toda la culpa à la gestion de Mauricio Macri. Pero es sintomático que el Papa lo haya dicho ahora.

En los círculos de Francisco se confirma que el vínculo del Papa con Alberto Fernández es actualmente Peor al que tenia con Mauricio Macri. Explican que con el ex presidente de Cambiemos nunca hubo una relación personal intensa. Más allá del disímil perfil de cada uno de los personajes, fue gravitante una ingratitud que el cardenal Jorge Bergoglio le atribuye al entonces jefe de Gobierno porteño. Como pontífice, siempre culpó por la gélida relación a colaboradores muy estrechos de Macri que «me hacían campaña en contra».

en cambio, con el actual presidente sí se había construido una relación de mayor cercanía, lo cual -afirman en el Vaticano- no quiere decir -como algunos sugieren- que Francisco lo haya promovido como candidato a presidente. A diferencia de Macri -que por sugerencia de su jefe de Gabinete, Marcos Peña, guardó distancia del Papa-, Alberto ya antes de ser candidato buscó tiernos puentes y llegó a pedirle al pontífice qu’abogara por la libertad de Lula Da Silvapor entonces encarcelado en su país por corrupción.

Con su a la presidencia, Alberto esperaba ir a Papa, ocasión en la solicitada ayuda para su gestión, en particular con la refinanciación de la deuda con el IMF, dado que Francisco tiene una buena relación con su directora, Kristalina Georgieva (incluyendo al actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden). El pontífice promovió encuentros del entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, con Georgieva y tuvo gestos de apoyo hacia el joven economista.

presidente indiscreto

Pero el vínculo entre Francisco y Alberto vino a complicarse cuando el presidente comenzó a decir que estaba en contacto permanente con el Papa, de quien recibió sabios consejos. If algo detesta Jorge Bergoglio es que haga un uso politico de sus relaciones. A ello se sumó el perfil confortable qu’asumió el presidente tras cortarle fondos coparticipants à Horacio Rodriguez Larreta, en detrimento de la búsqueda de consensos qu’propicia la Iglesia.

Para colmo, el cristinismo vino a sabotear a Guzmán y su renegociación de la deuda externa, y no paró hasta verlo eyectado del cargo, surgiódo las propias gestiones de Francisco. Pero el gotta que colmó el vaso fue la decisión de Alberto de impulsar con fuerza la legalización del aborto en el peor momento de la pandemia. No solo el presidente afectaba una premisa cara al cristianismo, sino que dañaba al Papa ante su frente conservador.

Tampoco contribuyó a mejorar el vínculo que Alberto haya nombrado a Sergio Massa ministro de Economía, más allá de las circunstancias y la voluntad de Cristina. Francisco siempre le atribuyó a Massa haber obtenido cuando era jefe de Gabinete de una operación para eyectarlo del arzobispado de Buenos Aires. Curiosamente (o no tanto) en su declaración el Papa responsabiliza a «mala administración» y «malas políticas» por la inflación y la pobreza.

Pero la radicalización a la que encamina el gobierno con la embestida a la Corte Suprema y, al final, un discurso muy belicoso en un año electoral profundizar la preocupación del padre. A modo de anticipo, los obispos argentinos – poco afectos a los pronunciamientos con voltaje político- habían pedido en diciembre evitar todo lo que «ponga en riesgo la institucionalidad» y «respetar al máximo la Constitución».

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