Mientras que los efectos físicos y fisiológicos del embarazo sobre el cuerpo de la mujer son obvios, se conoce menos el impacto que produce en el cerebro. Hablamos de un órgano asombroso, compuesto por redes neuronales plásticas. Esto quiere decir que las experiencias de la vida, como un embarazo, pueden modificar esos circuitos y su estructura.

revista hormonal

Durante la gestación ocurren cambios que conllevan la producción de hormonas sexuales como los estrógeno y la progesterona, necesita para mantener el embarazo y preparar a la mujer para el nacimiento del bebé. Ambas tienen un gran efecto sobre el cerebro, ya que controlan la forma y el número de las neuronas.

Este fenómeno se ha demostrado pendiente de la pubertad, cuando los estrógenos y la progesterona aumentan y provocan cambios de comportamiento, cognitivos y emocionales en las adolescentes. Algo similar porque ocurre durante el embarazo, aunque hasta ahora se ha estudiado menos.

En primer lugar, el incremento de los estrogenos puede dar lugar a cambios en la capacidad del cerebro para aprender y tomar decisiones. Tambien es capaz de producir un efecto positivo en el estado de animo y el bienestar emocional.

Con respecto a la progesterona, los estudios indican que generan un aumento en la expresión de proteínas del citoesqueleto (entramado de proteínas que concluyen soporte interno a la célula) de la región del hipocampo. Esto puede implicar una mayor plasticidad de las sinapsis, las conexiones entre las neuronas.

Sin embargo, aún no se complete cómo descienden estas hormonas a la memoria. Se necesitan más investigaciones para escuchar mejor su papel.

Encoge la materia gris, pero esto es positivo

Entre los cambios observados en el cerebro de la mujer embarazada se incluye una volumen reducido de comida gris, la zona del cerebro formada principalmente por los cerpos neuronales. Asimismo, aumenta el ancho de los surcos y el tamaño de unas cavidades llamadas ventrículos, al tiempo que disminuye la esperanza y la superficie de la corteza. Sin embargo, tras el nacimiento del bebé revierten esas modificaciones y vuelve a crecer el cerebro.

Así pues, la pérdida de materia gris debido a una primera vista perjudicial, suponga todo lo contrario: esta merma puede representar un ajuste fino de las conexiones. Es lo que ocurre en el cerebro adolescente cuando una avalancha de hormonas desencadena la poda generalizada de sinapsis y genera circuitos cerebrales más eficientes.

Los cambios, región por región

Si nuestro fijamos en las diferentes zonas del cerebro de la embarazada, las modificaciones más destacadas son las siguientes:

1. Agrandamiento de la amígdala. Su función principal es el procesamiento de las emociones. Durante el embarazo puede ocasionar estados depresivos y ansiedad.

2.Aumento del tamaño de la glándula pituitaria. Considéralo como «glandula maestra» debido a que tiene que producir hormonas que afectan muchas funciones corporales. En el embarazo, su cometido podría ser creado vínculo emocional madre-hijo.

3. Disminución del volumen del hipocampo, área importante para la memoria y regulación emocional.

4.Amento de la actividad del precúneo. Esta área está comprometida con la integración de la información cerebral interna con la información ambiental externa. Parece ayudar a la madre a tomar conciencia de su cuerpo, permitiendo qu’enfoque en el desarrollo del recien nacido.

5.Incremento en l’actividad del giro cingulado, la corteza prefrontal y la corteza orbitofrontal. Parece relacionarse también con la generación de vínculos entre la madre y el niño.

Mentes sintonizados para cocinar al bebé

Por tanto, los cambios que sufre el cerebro durante el embarazo afectan a estructuras involucradas en la cognición social, la capacidad de descubrir lo que otra persona está pensando y sintiendo.

Estas alteraciones, que favorecen los procesos socioafectivos, se pueden escuchar como una ventilación adaptativa. Mejora de la cognición social promovida en el vínculo materno y filial ayuda a la madre a cuidar a su bebe hay que reconocer sus necesidades mediante la decodificación de los sonidos y llantos infantiles. Además, permite a la progenitora interpretar los estímulos sociales que pueden anunciar una amenaza.

Sin embargo, las mejoras pueden en la cognición social tener un costo. Muchas mujeres informan de que problemas experimentales de memoria, un fenómeno denominado “embarazo cerebro“. La memoria espacial, por ejemplo, podría sufrir al final de la gestación porque no es crítica para la supervivencia de la descendencia durante ese período.

Por otro lado, varios autores sugieren que los cambios cerebrales asociados con el embarazo podrían tener sugerencias para la salud mental y el bienestar de las madres a largo plazo. En apoyo a esta idea, algunos estudios indican que puede conferir efectos protectores contra el envejecimiento.

Así, por ejemplo, los padres de mediana edad tienen una respuesta más rápida y cometen menos errores en tareas de memoria visual que las personas sin hijos. Asimismo, los individuos de más de 70 años con descendencia presentan una mayor aspereza cortical y una mayor memoria verbal, lo cual sugiere que la maternidad y la paternidad pueden ser servidas. neuroprotectores durante la envoltura.

Hacen falta mas consultas

En resumen, el embarazo tiene efectos significativos en la estructura y función del cerebro materno, incluyendo cambios en la materia gris, conectividad neuronal y plasticidad cerebral. Estas modificaciones explican el estrecho vínculo psicológico que creó la madre con el recién nacido. También podría esclarecer por que algunas mujeres son más propensas a desarrollar depresión posparto.

La conversación

Sin embargo, se necesita más investigación al respecto, ya que en el último siglo solo se han realizado unas pocas docenas de estudios explorando el impacto de l’embarazo en el cerebro femenino. Además, estos trabajos se han llevado a cabo en un número reducido de mujeres.

Este artículo fue publicado originalmente en La conversación.

SOBER EL AUTOR

Laura Trujillo Estrada

Profesora Aidante Doctora. Departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología, Universidad de Málaga. Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED). Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Universidad de Málaga.

SOBER EL AUTOR

Agustina María Torres Prioris

Profesor Sustituto Interino en el Departamento de Didáctica de la Matemática, de las Ciencias Sociales y de las Ciencias Experimentales, Universidad de Málaga. Miembro del Grupo de Investigación en Enseñanza de las Ciencias y Competencias (ENCIC), Universidad de Málaga.

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