Prevenir cuesta menos: Soluciones para bajar los costos de salud

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En el escenario actual de los sistemas sanitarios, caracterizado por el incremento constante de las enfermedades crónicas y los altos costos de la atención médica, la prevención se establece como una táctica esencial para disminuir tanto la carga económica como el sufrimiento humano relacionado con enfermedades que se pueden evitar. Varios expertos coinciden en que destinar recursos a acciones preventivas no solo mejora el bienestar de la población, sino que también supone un ahorro importante a largo plazo para los sistemas de salud tanto públicos como privados.

A lo largo de los últimos años, los sistemas de salud han tendido a concentrarse principalmente en enfoques reactivos, dedicándose al tratamiento de enfermedades solo después de que han aparecido. No obstante, un método preventivo, que abarca desde campañas de inmunización, diagnóstico precoz, fomento de estilos de vida saludables, hasta acciones comunitarias, puede prevenir complicaciones serias, estadías hospitalarias costosas y tratamientos extensos.

La consecuencia de no tomar medidas preventivas

Según varios estudios, enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión, ciertos tipos de cáncer y enfermedades respiratorias crónicas están fuertemente vinculadas a factores de riesgo que pueden modificarse, tales como una dieta inadecuada, la falta de actividad física, el hábito de fumar y el consumo excesivo de alcohol. Sin atención oportuna, estas condiciones llevan a altos costos en medicación, cirugías, estancias hospitalarias y disminución de la productividad en el trabajo.

Por ejemplo, el tratamiento de enfermedades cardiovasculares —una de las principales causas de muerte a nivel mundial— representa miles de millones de dólares anuales en gastos médicos, muchos de los cuales podrían evitarse con la implementación oportuna de estrategias de prevención. A nivel individual, el costo económico y emocional para los pacientes y sus familias también es considerable.

La promoción de estilos de vida saludables

Expertos en salud pública señalan que la adopción de hábitos saludables desde edades tempranas es uno de los pilares fundamentales de la prevención. Una dieta equilibrada, la práctica regular de ejercicio, el descanso adecuado y el manejo del estrés son acciones que no solo previenen enfermedades, sino que fortalecen el sistema inmunológico y mejoran el bienestar general.

Las campañas de concientización igualmente juegan un papel central. Esfuerzos que incentivan revisiones médicas regulares, diagnóstico temprano de enfermedades y formación sobre salud sexual y reproductiva han evidenciado resultados favorables en varios países. Estas medidas posibilitan detectar riesgos antes de que avancen a etapas críticas, lo cual permite tratamientos más sencillos y económicos.

La prevención como política de Estado

En distintos países se están implementando políticas públicas orientadas a fortalecer el primer nivel de atención médica, con un enfoque comunitario que busca llevar la salud directamente a los entornos donde viven las personas. Esta estrategia incluye brigadas móviles, unidades médicas rurales, atención domiciliaria y programas de seguimiento a pacientes con enfermedades crónicas.

También se ha notado un incremento en los recursos dedicados a formar empleados en la prevención y promoción de la salud, además de la incorporación de tecnologías para el seguimiento remoto de pacientes. Estas innovaciones facilitan una atención más eficaz y personalizada, lo cual no solo optimiza la experiencia del paciente, sino que disminuye considerablemente los gastos del sistema.

Un enfoque duradero y esencial

El giro hacia la prevención no es únicamente un tema técnico, sino también uno cultural. Implica la participación activa de la comunidad, el compromiso del sector corporativo en fomentar lugares de trabajo saludables, el apoyo institucional de los gobiernos, y la implicación de los medios de comunicación como catalizadores de cambio.

La evidencia es clara: prevenir es más barato que curar. Y más allá del ahorro económico, se trata de apostar por una sociedad más saludable, resiliente y consciente. Invertir en prevención es invertir en futuro. Las políticas, programas y decisiones que se tomen hoy en torno a este enfoque determinarán la sostenibilidad de los sistemas de salud y la calidad de vida de las próximas generaciones.

By Andrés Herrera Castro