Ohrsted ya no tiene viento en sus aspas, obstaculizado por el costo de desarrollar ciertos campos de turbinas eólicas. El gigante eólico marino danés anunció, el miércoles 7 de febrero, una pérdida de 20,2 mil millones de coronas (2,7 mil millones de euros) en 2023, debido a la cancelación, en noviembre, de dos enormes proyectos, los parques marinos Ocean Wind 1 y 2, que debían plantar sus Mástiles frente a las costas de Nueva Jersey, en el noreste de Estados Unidos, mientras que el de Listao (Maryland) está amenazado.

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No más dividendos para los ejercicios 2023, 2024 y 2025, anunció su director general, Mads Nipper. Ha llegado el momento de reducir las inversiones en 4.700 millones de euros en 2024-2026 con respecto a las últimas expectativas. De aquí a 2030, reducirá sus proyectos de 50 gigavatios (GW) a 35-38 GW, en particular abandonando sus programas en Noruega, España o Portugal, suprimiendo entre 600 y 800 puestos de trabajo (sobre 8.900 empleados) y vendiéndolos por 15.000 millones de euros. en activos.

Los retrasos en las cadenas de suministro, el aumento de los precios de las materias primas (acero, etc.) y de los tipos de interés, la incertidumbre sobre determinadas ventajas fiscales y las dificultades con los permisos de construcción han repercutido en la rentabilidad de los proyectos al otro lado del Atlántico, afirma el grupo de Fredericia. en el sur del país. Un fracaso que oculta también su falta de previsión durante las licitaciones y paga por un desarrollo forzado.

La euforia ha disminuido

Con el apoyo del Estado, el accionista Orsted, todavía llamado Dong Energy, tomó una decisión radical en 2017: revender los activos de petróleo y gas de la empresa a la petroquímica Ineos, luego la red de distribución de energía creció tan rápidamente que ahora posee el 25% del mercado mundial de energía eólica marina, pero la euforia de los últimos años ha disminuido.

Engie, la angloholandesa Shell, la española Iberdrola y la sueca Vattenfall también han tenido dificultades: el precio de venta de la electricidad negociado al principio a veces ya no basta para cubrir los costes de construcción de los parques. Sin embargo, estas dificultades están lejos de hacer caer al sector y la Agencia Internacional de la Energía las convierte en uno de los elementos de la transición verde.

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La energía eólica marina siempre ha sido una actividad muy intensiva en capital, en la que los operadores deben obtener garantías de los Estados sobre los precios de la electricidad vendida para protegerse contra frecuentes costes adicionales durante la construcción. Sobre todo porque es probable que la inflación, incluso en una fase de reducción, dure. Y como la virtud no compensa en economía, son los grupos petroleros (europeos) –con ingresos del oro negro y del gas natural licuado, emisores de carbono y metano– los que tienen las mayores capacidades de inversión.

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