América Latina no quiere ser solo una mina que produce materia prima para el resto del mundo o su reserva natural. Sello para la Unión Europea. Los líderes de la región han dejado muy clara su intención de estrechar lazos entre los dos continentes y déstacado los «valores comunes» de ambas zonas en la cumbre de la UE y Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) que ha comenzado este lunes en Bruselas. Pero también han reclamado una relación justa. “Necesitamos una sociedad que pongamos fin a la división internacional de trabajo que condena a América Latina y al Caribe a suministro de materias primas y mano de obra mal pagada y discriminada”, ha lanzado este lunes Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente de Brasil, el país de los alcaldes dimensionados presentes en el encuentro y el alcalde referente político de la zona.

La intención de estrechar lazos y revitalizar relaciones tras ocho años casi de parálisis se ha centrado el primero de los dos días de cumbre, con una participación mayoritaria de líderes de la UE (25 de 27) y de la Celac (23 de 33). Sin embargo, ese movimiento se puede ver lento debido a las divergencias sobrio el grado de condena a Rusia por la invasión a gran escala de Ucrania, principalmente por el bloque de Nicaragua a cualquier mención de la declaración de la ONU que condena con la mayor dureza a Rusia y exige su retirada total de Ucrania. También la diversidad y la falta de estructura de la Celac complican el consenso. El riesgo es que la cumbre termine sin declaración final. La guerra lanzada hace más de 500 días por Moscú no era un asunto propio de la reunión, pero la está sobrevolando.

La UE es la principal fuente de inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe, según datos de las instituciones comunitarias. Y supera lo que las empresas europeas han estado invirtiendo en China, India, Japón y Rusia en su conjunto. Pero espacio de piedra. Ahora, Europa vista en la región tras años de indiferencia, con una guerra en el continente europeo con efectos globales que han quedado demostrados con gran parte de la Veintisiete —no solo en España y Portugal, con vínculos tradicionales en la región— importancia de América Latina y el Caribe.

Pero la Unión tiene que mostrar sus cartas y jugarlas bien. Principalmente, para explicar por qué sus inversiones y proyectos aportan valor añadido en un continente rico en recursos naturales —acoge el llamado triángulo de litio, Argentina, Bolivia y Chile, considerado por muchos el nuevo El Dorado— que tiene otros muchos Estados que aspiran a estrechar la relación. “Una asociación exige que todas las partes se beneficien; si eso no se cumple, no es una asociación”, ha anunciado el presidente argentino, Alberto Fernández, en su intervención en el plenario de la cumbre, la séptima de este tipo desde 1999.

Se trata de una cumbre muy política. La ventana de oportunidad, con la presidencia española del Consejo de la UE y el compromiso personal del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, era ahora. “Llevamos más de un año trabajando en esta cumbre”, admitió Sánchez, que estuvo ausentado de la cena de gala para asistir a una reunión en Huesca, aunque volverá rápidamente a Bruselas para las sesiones del martes. El comercio, las inversiones o el estrechamiento de las relaciones diplomáticas, con la propuesta de la UE de crear un órgano de representación con la región que tiene contactos menos fáciles con una organización que apenas tiene estructuras, constituyendo los objetos principales. La idea es que la próxima cumbre sea en 2025 en Colombia.

Acuerdos bilaterales

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Durante esta primera sesión, la UE confirmó acuerdos bilaterales con Argentina (cooperación energética), Honduras (para profundizar las relaciones bilaterales) o Ecuador (diálogo político y cooperación). El presidente de Chile, Gabriel Boric, aprobó la visita a Bruselas para el encuentro bilateral con los apoderados de Austria, Finlandia o Dinamarca. Además de declaraciones públicas, el director chileno ha mantenido la línea de Fernández y Lula al pedir que se impulse «un mayor nivel de acuerdo en todas las dimensiones, no solo commercial y económica, sino también política y social».

Desde Europa, el tono diferente era. Es consciente del vacío que han dejado ya en los últimos ocho años en la región y el ascenso de China. El alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, admitió explícitamente que la UE «no ha prestado suficiente atención a Latinoamérica». Un poco más metafórica ha sido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: “Este es un nuevo comienzo de una vieja amistad”. Por su parte, Pedro Sánchez, ha buscado que esa «ausencia» no se repita al proponer que de esta cumbre se salga con «mecanismos de consulta». «No tiene sentido lo que ha pasado en estos ocho años», ha subrayado.

Pero si algo ha sobrevolado los discursos oficiales ha sido la falta de ratificación de Mercosur y las exigencias ambientales europeas para cerrar definitivamente un acuerdo cuyo compromiso político se alcanzó ya en 2019. “Queremos una relación comercial justa”, ha anunciado Lula. «La defensa de los valores ambientales no puede ser una disculpa para el proteccionismo», continúa en clara referencia a Francia o Austria, dos de los países con más condiciones para suscribir el pacto. Lo mismo que ha apuntado Fernández: “Somos proveedores de oxígeno. Acreedores ambientales”.

“Hemos sido arrogantes como europeos”, admitió el primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, quien remarcó que la UE reclamó ayuda para aislar a Rusia, pero que no respondió en la misma medida a las preocupaciones de sus socios de América Latina.

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