La mortalidad en pacientes trasplantados que reciben un nuevo corazón de una persona que está infectada por el virus SARS-CoV-2 es mayor que la de aquellos cuyo órgano recibió el procedimiento de una persona que no tenía la infección del coronavirus. Lo ha visto un estudio, publicado en «Revista del Colegio Americano de Cardiología»como un equipo de investigadores de la Centro Médico Montefiore hay Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York analizó datos de la base de datos del Red Unida para la Compartición de Órganos (UNOS) relacionados con el Covid-19.

Investigaciones previas sobre autopsias han demostrado que, aunque los virus transmisibles del SARS-CoV-2 se limitan a los que residen en las vías respiratorias, las proteínas ligadas al virus se encuentran en otras partes de la piel, incluido el corazón.

Este nuevo trabajo exploró el impacto de las donaciones de corazón de pacientes infectados por Covid-19 que fallecen por otras causas (la mayoría de las veces traumatismos craneoencefálicos). El equipo analizó datos sobre incidencias de donantes de corazón que fueron infectados por el virus SARS-CoV-2, para el período comprendido entre mayo de 2020 y junio de 2022, pero habían tenido tiempo de recuperarse antes de su muerte.

En total, se encontraron 150 donantes que estaban infectados en el momento de la muerte y 87 que cayeron poco después de recuperarse de una infección. También extrajeron datos de tipos de pacientes similares para donantes sin antecedentes de infección.

Al analizar los datos, descubre que la tasa de mortalidad de los pacientes que habían recibido un corazón de un donante infectado era del 13,8% a los seis meses, frente al 4,9% de los no obtenidos.

Al año, detallan en el artículo, las tasas eran del 23,2% y el 9,2%, respectivamente.

Los investigadores también descubrieron que las diferencias en los casos de los pacientes que recibieron corazones de donantes que habían recuperado de sus infecciones antes de donar eran casi idénticas a las de los que habían recibido un corazón de alguien que nunca había estado desarrollado.

El equipo concluyó que los donantes debían someterse a pruebas de Covid-19 antes de donar un corazón, o cualquier otro órgano, muy necesario en sus hallazgos.