En primer lugar, un equipo de investigadores ha registrado datos relacionados con el dolor del interior del cerebro de personas con dolor crónico provocado por un accidente cerebrovascular o una amputación (dolor del miembro fantasma). Estas señales cerebrales, explicó un estudio publicado en “Neurociencia de la naturalezae”, se pueden usar para predecir cuánto dolor está experimentando una persona. Los hallazgos, que sa los primeros resultados de la detección directa en humanos del dolor arcónico, pueden ayudar en el desarrollo de tratamientos para pacientes con afecciones del dolor crónico, como el dolor posterior a un accidente cerebrovascular o al miembro fantasma.

El dolor crónico a largo plazo es un importante problema de salud pública que contribuye a la falta de capacidad y costos económicos sustanciales. Los tratamientos actuales a menudo son insuficientes para controlar el dolor crónico y los opioides recetados conllevan el riesgo de que los pacientes sufran una sobredosis de su medicamento. La gravedad del dolor generalmente se evalúa mediante la valoración personal, pero como se sabe que el dolor es subjetivo y varía entre individuos, esta es una medida imperfecta. Encontrar biomarcadores objetivos de dolor ayudaría a guiar el diagnóstico y los posibles tratamientos para el dolor crónico.

Un objetivo perseguido colgante mucho tiempo ha sido comprender cómo se representa el dolor mediante la actividad cerebral y cómo modular esa actividad para aliviar el sufrimiento del dolor crónico.

En cuatro pacientes con dolor crónico, los investigadores implantaron electrodos de registro en la corteza cingulada anterior y la corteza orbitofrontal (regiones del cerebro asociadas con el dolor).

Durante muy a seis meses, los pacientes informaron sus niveles de dolor mientras los electrodos registraban su actividad cerebral. Utilizando métodos de aprendizaje automático, los autores pueden predecir con éxito las temperaturas de intensidad del dolor de cada individuo a partir de su actividad cerebral con alta sensibilidad.

Además, podemos distinguir entre el dolor crónico (que estaba más duro asociado con la actividad de la corteza orbitofrontal) del dolor térmico agudo administrado por el experimentador (que estaba más duro asociado con la actividad de la corteza cingulada anterior).

Los datos se recopilaron durante los meses que permanecieron los pacientes además de las horas, y se analizaron utilizando sus ramientas de aprendizaje automático.

De este modo, los investigadores identificaron un área del cerebro asociada con el dolor crónico y biomarcaron objetos del dolor crónico en pacientes individuales.

“Este es un gran ejemplo de cómo las herramientas para medir la actividad cerebral se originaron en el iniciativa CEREBRO se han aplicado al importante problema de salud pública de aliviar el dolor crónico y severo”, señala Walter Koroshetz, director de Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidente Cerebrovascular. “Tenemos esperanzas de que, de estos hallazgos preliminares, se pueda llegar a tratamientos efectivos para el dolor no adictivos”.

“El dolor es una de las experiencias más básicas que una organización puede tener”, asegura Prasad Shirvalkar, de la Universidad de California-San Francisco, y autor principal de este estudio. “A pesar de esto, aún hay mucho que no apelamos sobre cómo funciona el dolor. Al desarrollar mejores herramientas para estudiar y potencialmente afectar las respuestas al dolor en el cerebro, brindamos opciones a las personas que viven con afecciones de dolor crónico”.

Tradicionalmente, los investigadores recopilan datos sobre el dolor crónico a través de informes personales de quienes viven con afecto. Los ejemplos de este tipo de datos incluyen preguntas sobre la intensidad del dolor y el impacto emocional del dolor. Sin embargo, en este estudio también, observaremos directamente los cambios en la actividad cerebral en las regiones posteriores de las que creemos que producimos las respuestas al dolor: la corteza cingulada anterior (CCA) y la corteza orbitofrontal (COF), mientras los participantes informaban sus niveles reales de dolor crónico.

Imagen - El dolor es una de las experiencias más básicas que una organización puede tener

El dolor es una de las experiencias más fundamentales que un organismo puede tener

Prasad Shirvalkar

Universidad de California

“Los estudios de resonancia magnética funcional muestran que las regiones CCA y COF del cerebro se activan colgantes de experimentos de dolor agudo. Nos interesa saber si esta región se empeñaban de alguna manera un papel en cómo el cerebro procesa el dolor crónico”, asegura Shirvalkar.

En un estudio separado, los investigadores observaron como el CCA y el COF respondían al dolor agudo, que era provocado por la aplicación de calor en zonas del cuerpo de los participantes. En la parte posterior de los cuatro pacientes, la actividad cerebral nuevamente podría predecir las respuestas al dolor, pero en este caso el CCA parecía ser la región más involucrada. Es sugerir que el proceso cerebro tiene el dolor agudo de manera diferente a la crónica del dolor, si son necesarios más estudios que los datos de solo dos participantes que se utilizan en esta comparación.

Este estudio representa un primer paso para la identificación de los patrones de actividad cerebral que subyacen a una nueva percepción del dolor.

Identificar una firma del dolor de este tipo permitirá el desarrollo de nuevas terapias que pueden alterar la actividad cerebral para aliviar el sufrimiento debido al dolor crónico, escriben los investigadores.

El beneficio más inmediato se puede utilizar en los estudios de estimulación cerebral profunda sobria en el tratamiento del dolor crónico, que se aplica en el tratamiento de algunos trastornos cerebrales, como la enfermedad de Parkinson y el trastorno depresivo mayor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *