31/12/2022 a las 08:46

HEC


ERC fija las bases para una consulta soberanista alejada de la vía unilateral ante la hibernación de la mesa de diálogo por el multiciclo electoral de este 2023

Pasado tiene una araña del convulso otoño de 2017, el Cataluña del procedimiento se ha acomodado al ‘mientras tanto’ y ya tiene un lado los ultimátums y las prisas por la desconexión. La judicialización de la política, la politización de la justicia y la falta una hoja de ruta compartida por el El separatismo, sumido en una profunda crisis que llevó a romper la coalición entre ERC y Junts en el Govern, provocó el empleo de la vía pactista con el Estado y la renuncia, nunca limpia, a la unilateralidad.

El reconocimiento de la existencia de un conflicto político marcó el inicio de una mesa de dialogo que retomó con ERC al frente del Palau de la Generalitat. Los indultos a los presos del 1-O, el levantamiento del veto del Tribunal de Cuentas a admitir los avales del Govern, el archivo de la macro-causa por los cortes en la AP-7 del Tsunami Democràtic, el retorno de la ahora’ consellera’ Meritxell Serret -y, por ende, de Anna Gabriel- y reforma del Código Penal aparece en la lista de ‘logros’ del foro de diálogo en 2022.

La amnistía exigida por el independentismo se ha transformado en la desjudicialización -un término mucho más amable para el PSOE al no tener las connotaciones de la Transición-, con la voluntad de cerrar las heridas judiciales del 1-O, con la derogation de la sedición y los retoques en el delito de malversación, que acercan un regreso de los que todavía permanecerán en el extranjero -en especial, del expresident Carles Puigdemont- con las peticiones de condena reducidas y que aminoran el castigo a los que fueron encarcelados después de haber sido indultados una vez se revisaron sus condenas, algo que puede suponer su Vuelta a las listas electorales. El cuándo y el cómo depende ahora de la interpretación de los jueces.

Para coronar la alfombra de la desjudicialización, socialistas y republicanos se comprometerán en julio a reunir de nueva la mesa de diálogo antes de dar comenzo al 2023 con el fin de sancionar los pactos, pero la crisis judicial y las heridas en el PSOE por la reforma del desfalco se suscita por delante de cualquier incentivo para citarse. Esquerra necesita la fotografía para lucirla ante Junts y la CUP –más todavía si se tiene en cuenta que toca reencontrarse en Barcelona-, pero el presidente Pedro Sánchez no iba ha facilitado un arma electoral al polipropileno haber cumplido con su parte en el Congreso.

Todavía menos después de que los republicanos anunciaran que forzaran el cambio de fase. En plena urgencia del partido por la actualización de sus planes en un congreso extraordinario, y con el PSOE ardiendo por la reforma penal, ERC pregonó su voluntad de conseguir un referéndum pactado (tirando de la ‘vía Montengro’, asumida ya por la Unión Europea) con el presidente Pere Aragonès dispuesto a reunir apoyos en un particular acuerdo de claridad que, por ahora, solo avalan los comunes. El PSOE cierra la puerta a cualquier consultado sobre la independencia, pero los republicanos necesitan marcar el relato en el flanco puramente independentista y ganar simpatía en una comunidad internacional anonadada por lo sucedido en Cataluña con un plan de mayorías y sin relatos mágicos.

El futuro que le depara a la mesa de dialogo esta en el aire. El foro estará sometido a una hibernación por las municipales y autonómicas de mayo, pero la prueba de fuego estará en las generales, que marcan la continuidad de Sánchez en Moncloa. Sin Sánchez, no hay mesa de diálogo. Quedan meses por delante y la dependencia entre los socialistas y los republicanos continuara si el Gobierno quiere encarrilar las generales luciendo obra legislativa. La batalla político-judicial de la derecha en marcha pesa al desbloqueo del Tribunal Constitucional, así que los republicanos son conscientes de que es necesario para Moncloa, al igual que el PSOE sabe que no hay otra mayoría posible que volver a cuidar a los socios ante la negativa popular a forjar pactos de Estado, encontrándola con la frustrada renovación del CGPJ y con Alberto Núñez Feijóo dispuesto a un liderazgo modular aquel que promisió ser moderado. Las elecciones siempre complican los pactosmás todavía con unas municipales y autonómicas decisivas para medirse en poder de cara a las generales en un mismo año.

El asunto pendiente en Cataluña

En Cataluña el gran asunto pendiente sigue siendo los presupuestos de la Generalitat, pero La relación entre PPC y ERC es mucho más complejo. In los cuarteles republicanos y socialistas están convencidos de que podrán alumbrar un acuerdo. Pero no será fácil. Los recelos mutuos se evidencian con reproches y cualquier maniobra es vista como una justificación de la desconfianza.

En el PSC recalcan deslealtades -como haber anunciado medidas en defensa del Catalan tras un Consell Executiu extraordinario pasando por alto el pacto por la lengua del que forman parte- y el escándalo en la cúpula de los Mossos d’Esquadra -pilotada por el conseller Joan Ignasi Elena, exsocialista-. En Esquerra subrayan que con Junts envuelto en la táctica de esperar el pacto PSC-ERC para descolgarse de la negociación deben maintener las dos vías abiertas. Ahora bien, habrá que hacer equilibrios y, sobre todo, acompañar calendarios. Enero será decisivo.

A ninguno de los dos les conviene pactar ya en febrero, por los municipios, pero a Salvador Illa tampoco l’interesa que un Govern de Aragonès en mínima pueda contar con el triunfo de las cuentas. Asi que todo esta en manos de how many media are estrella es capaz el PSC de afianzarse, especialmente después de ERC lucido el apoyo de los sindicatos, la patronal y los comuns. La mesa entre partidos catalanes que reclama Illa está en las conversaciones, pero Aragonès quiere pactar un orden del día para citar a todos los partidos y busca usarla para presentar oficialmente su acuerdo de claridad, algo que no está dispuesto a asumir el PSC. Así que el ‘trial’ toma aire con la reivindicación de un cordado sin plazos y con la vista puesta en las elecciones, cuyas urnas medirán la satisfacción de la alianza y los acuerdos entre dos los dos principales rivales electorales en Cataluña.