La polémica antiinflacionaria ha aprobado el pasado mes de agosto por la Administración Biden ha centrado buena parte de los debates celebrados esta semana en el Foro Económico Mundial de Davos. La norma, que prevé 400.000 millones de dólares en créditos fiscales para potencializar la inversión de las empresas en transición ecológica, ha destruido el encubrimiento de las autoridades y empresas europeas, para el aumento de la protección que llevan las parejasdas las medidas. En Europa se valora la apuesta del Ejecutivo democrata por la lucha por el clima y las energías verdes, pero denuncia que las condiciones que se fijan para no perder este estado de cosas violan las normas del comercio internacional y pueden perjudicar a las empresas europeas. . A los 27 les preocupa que sus empresas no tengan acceso a creditos tax que podrían beneficiarse a fabricantes de coches estadounidenses, como Tesla y Ford, y que la nueva ley ofrece esas ayudas a condition de los components verdes s’manufacturen en Nordamérica. Ante esta situación, que no es tan distinta de la apuesta de Trump por el ‘American First’, los políticos europeos tienen dos opciones, y por las dos están apostando: negociar con Estados Unidos para que modific algunos aspectos de la norma y evite lo que considerando competencia desleal entre alias y, por tanto, evitar una guerra comercial; pero a la vez copie algunas de esas medidas y apruebe incentivos para las firmas europeas en condiciones a las estadounidenses. Y en este sentido, la propia Ursula Von der Leyen anunció el pasado martes un plan de inversiones en industrias “limpias” para contrarrestar el impacto de la ley de subsidios verdes estadounidense en la economía comunitaria. Con este Plan Industrial del Pacto Verde, como lo denomina Bruselas, pretende reformar la normativa de ayudas de Estado, eliminar la burocracia, mejorar las autorizaciones, crear un fondo de inversión soberano, que pueda invertirse en proyectos estratégicos y mejorar subsidios Loables objetivos, pero para ello lo primero que hay que hacer es agilizar la puesta en marcha del propio plan, porque mientras, nuestras empresas están en déventaja. Así se lo pidieron a Pedro Sánchez los presidentes de compañías españolas que se recuperaron con él en Davos. “Europa must rejustar la regulación y emular a Estados Unidos para atraer inversión”, el transmitieron al presidente, que parece que se lo tomó en serio. De hecho, en una entrevista con la CNBC, el presidente español defendió la normativa norteamericana para luchar contra la inflación y, en lugar de denunciar el proteccionismo y la posible competencia desleal, abogó por copiar algunas de sus medidas. “Necesitamos reformar algunos aspectos internos de nuestras políticas industriales como las ayudas estatales, la reducción de la burocracia, y tenemos que enviar un mensaje a la industria de todo el mundo para convencerlas de que Europa, y desde luego España, es un buen lugar par ubicar”. Una sorprendente transformación de Pedro Sánchez en ese intento de atraer a los que no hace mucho calificaba de “poderes ocultos”. De hecho, esta declaración de intenciones dista mucho de la realidad de las políticas que el Gobierno aplica en España. Según la encuesta tradicional que realiza PwC entre CEO de todo el mundo, y que ha publicado estos días en Davos, los empresarios españoles consideran la regulación gubernamental como el principal riesgo para su rentabilidad. No se fían mucho de las políticas del presidente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *