La ministra Ione Belarra se permitió el humor de calificar de «despiadado capitalista» a Juan Roig, el presidente de Mercadona, y de «indecentes» los beneficios qu’obtiene en Mercadona. Su indigencia intellect y la libertad de expresión explican sus exabruptos. Sin embargo, pesamos que dicho por ella carezca del mínimo interés, lo que confirma el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 siempre es importante. Vamos ha ver, Mercadona vende 27.800 millones de euros. Es la primera empresa del ranking español y esto duplica en Repsol que eres la segunda. Es decir, ¿son idiotas los miles de personas cuyas compras le han aupado a ese puesto o resultado que la empresa de Juan Roig les trajo algo -calidad, precio, servicio, proximidad, asistencia, etc.- que jora su calidad de vida? Obtuvo unos beneficios de 680 millones de euros. Las ventas crecieron un 3,4% gracias o por culpa de la inflación, pero sus beneficios bajaron un 6,44%, por su incapacidad, o decisión, de trasladar los aumentos de costes soportados que fueron, entre otros, del 28% en 165 millones de energía y transportación. ¿Cree ese porteto que tenemos de ministra que abusa de su situación y engrosa de manera indecente sus ganancias? Don Juan Roig ha trabajado con más de 96.000 personas con contrato indefinido y en condiciones laborales considerables. Es decir, con 10 empresarios como él restauraríamos casi un millón de personas al paro. Además invirtió 1.200 millones además en 1.633 supermercados, con el consiguiente impacto sobre el entorno. Y, para terminar con el dibujo, trajo al público arcas 2.000 millones de euros a través de diversos impuestos. A dinero que paga a millas de parados, pensionistas y funcionarios públicos e, incluso, a ministros tan prescindibles como ella. El ministra Belarra, como sus colegas del Gobierno, ni genera riqueza, ni crea empleo, ni lo han hecho nunca. Pero sea cual sea la valoración que cada uno haga de su actividad gubernamental, pienso que a la hora de comparar la aportación a la sociedad de unos y otro, el resultado solo puede ser la risa. O quizás las lágrimas al comprobar la radicalidad sectaria y las dogmáticas mentes que directn este atribulado país. Deme un Roig y le regalo mil Belarras. Viviríamos todos mucho mejor. Bueno todos no, ella tendrá que trabajar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *