Aquí no inventamos, pero regulamos

Aquí no inventamos, pero regulamos

El año 2022 concluyó con el ‘boom’ de la inteligencia artificial (IA). The popularization of ChatGPT de escritura, del programa DALL-E que crea imágenes or de VALL-E que transforma de texto a voz por mencionar unos pocos (hay cientos de proyectos en danza) son un aperitivo de que este año vamos a ver cosas que nuestro sorprenderán en esta tierra. Lo que me parece más interesante es que estos programas permiten que personas sin los conocimientos técnicos, pero con la suficiente preocupación intelectual, puedan acceder a preguntas tan complejas como programar un bot de Telegram en el lenguaje de programación Python sin haber estudiado Python. Estamos en presencia de unas herramientas poderosísimas que pueden sustituir muchas de las tareas que hacemos los humanos, pero que también podrían desconvertirse en extensiones o complementos de nuestras capacidades, potenciándolas hasta límites desconocidos. Yo quedé feliz de ver que mi bot, copiado de un tutorial de Twitter, funcionaba. Así que he buscado los vaticinios para 2023 que hacen en la revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT), cuyos expertos ven varias tendencias: (i) los chatbots multipropósito, es decir, que integren texto, audio y vídeo están llamando a la puerta , (ii) el proceso se va a democratizar y las grandes empresas tecnológicas no van a ser los únicos jugadores en el desarrollo de la IA y (iii) la investigación biotecnológica entrará en una nueva era gracias a la capacidad de la IA para predecir cosas como la estructura de las proteínas. De hecho, es muy probable que los programas aproximados de meses veamos sean mejores que los modelos lingüísticos simples como ChatGPT. Hay que fijarse en DeepMind, empresa que este recién llegado creó Flamingo, un modelo de lenguaje visual, pero que también desdobla la parte de su actividad que se dedica a la biotecnología. Hay una cuarta tendencia y es la regulación del sector. Hasta ahora, la IA ha sido el Salvaje Oeste con pocas reglas que limitan su uso o desarrollo. La IA se usa para elaborar políticas públicas y tomar decisiones con poca o ninguna supervisión. Esto puede tener consecuencias devastadoras para los humanos: desde detenciones injustificadas hasta evaluaciones incorrectas de los estudiantes. Ha comprometido la prevalencia de determinados sesgos ‘humanos’ en la IA. En 2023 cambiará profundamente y es muy probable que forme parte de la Unión Europea, y el continente tendrá prisa por ser el principal productor mundial de regulación. Los burócratas de Bruselas están satisfechos con la calidad de sus normas. Nosotros no inventamos, eso lo hacemos en Silicon Valley o en Asia, pero regulamos estupendamente. Bruselas prepara una ley de inteligencia artificial cuyo primer borrador ya se presentó en abril de 2021. Pues eso. jmuller@abc.es

By Andrés Herrera Castro

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