A partir de la lectura de testimonios muy duros, la comisión de expertos independientes creada en Portugal a fines de 2021 para investigar el alcance del pedocrimen en la Iglesia católica presentó su informe final durante dos largas horas el lunes 13 de febrero en Lisboa. Luego de un año de trabajo, más de quinientos testimonios de víctimas recopilados y confirmados, decenas de entrevistas con altos dignatarios de la Iglesia y un valioso acceso a archivos diocesanos, concluyó que al menos 4.815 menores fueron víctimas de violencia sexual desde la década de 1950. A cifra “absolutamente mínimo”precisó el coordinador de la comisión, el psiquiatra infantil Pedro Strecht, porque sin duda muy por debajo de la realidad.

En un país donde el 80% de la población se define como católica, y donde el 30% dice ser practicante, la publicación de este informe, que revela en blanco y negro los abusos cometidos dentro de la Iglesia portuguesa encubierta por el silencio de la institución, un choque causado. «Es una herida abierta que nos duele y nos avergüenzareaccionó el presidente de la conferencia episcopal portuguesa, José Ornelas, inmediatamente después de la presentación del informe, que siguió en primera fila del auditorio de la Fundación Calouste Gulbenkian. Pedimos disculpas a todas las víctimas: a quienes valientemente dieron su testimonio, después de tantos años de silencio, ya quienes aún viven con su dolor en lo más profundo de su corazón, sin compartirlo. »

La edad promedio de las víctimas al momento de los hechos era de 11,2 años. En el 53% de los casos, fueron agredidas más de una vez y, en el 27% de los casos, durante más de un año. Ahora en sus cincuenta, la edad «el más bajo de los países europeos donde hay datos», subrayó Strecht, sufrieron ataques en seminarios (23%), iglesias (19%), confesionarios (14%), casas parroquiales (13%) y escuelas católicas (7%). El «pico» de la violencia cometida en la Iglesia portuguesa fue entre las décadas de 1960 y 1990. Pero solo el 4% de las víctimas presentó una denuncia ante los tribunales. Peor aún, el 43% de ellos nunca había contado lo que les había sucedido antes de hablar de ello ante la comisión de expertos.

La vulnerabilidad se acumula

“La característica fundamental del abuso es el poder que tiene el abusador sobre el niño”, explicó el psiquiatra y miembro de la comisión Daniel Sampaio. O, en la Iglesia, esto La vulnerabilidad se incrementa por la creencia de que “el sacerdote es la voz de Dios”. Entre los testimonios anónimos leídos, está el de este niño al que el cura ordenó ir a confesarse justo después de haber abusado de él, o el de estos otros dos niños que se niegan a que su madre les crea. En el 96% de los casos, el agresor fue un hombre, y un sacerdote en el 77% de los casos. Muy pocos demostraron una forma de «arrepentimiento» : la mayoría busca «justificarse a uno mismo»explicó la cineasta Catarina Vasconcelos, otra integrante de la comisión.

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